Inventé una ineludible necesidad de silencio para concentrarme en mi trabajo, que Paciano recibió con natural escepticismo, y le di fiesta por el resto de la semana. A la hora prevista llegaron los jardineros y me encerré en el estudio; los papeles de Witari y Garibaldi volvían a reclamar mi atención. Primero los separé en…