Arañazos de lluvia en los cristales,
de catafalco y plomo vino el día.
muere la tarde de melancolía,
sobre un lecho de alfombras otoñales.
Desde profundidades abisales,
bejucos de nostalgias y agonías
emergiendo de oscuras galerías,
trepan hacia la luz las soledades.
Del túmulo futuro, la certeza
se hace escarcha, congela los salones,
y a un dios castrado el alma se confiesa.
Porque ungido de espinas y aguijones,
anhelando del alba la promesa,
el miedo se amortaja en los rincones.
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Categoría: Poemario