«Te dije azul, Antoñito, azul, príncipe azul, coño, y este es más negro que las gónadas de un grillo». Recuerdo ese día como si fuera hoy, pobre Antoñito, qué bronca se llevó.
Tenéis que entenderme, ser el padre de la Bella Durmiente no resulta fácil, es para vivirlo, que visto así, desde fuera, todo parece muy bonito, pero tener a la niña tumbada en el sofá, todo el día sobando y sin dar palo al agua… Vale que es un hechizo, que le puede pasar a cualquiera y tal y cuál, pero son muchos años así, oye, en mi pellejo os querría ver. Pone de los nervios al más templado.