«Me he escapado. Atrápame. Llévame a mi amo, Zonino, y recibirás un sólido». El anciano Demetrio acarició con sus dedos la rugosa placa enmohecida y aquellas letras, cinceladas en el hierro a golpes de dolor, humillación y rabia, le quemaron en el alma como carbones encendidos. Muchos años habían pasado desde que consiguió liberarse de…